domingo, 13 de abril de 2014

Diabetes: recomendaciones y normas higiénicas

Las siguientes recomendaciones son aplicables a cualquier tipo de diabetes, incluso en la famosa diabetes del embarazo que, a pesar de ser algo más especial, no deja de ser una diabetes y las siguientes conclusiones básicas deberán tenerse en cuenta:

Algunos consideran que debe recomendarse siempre el descanso porque el movimiento podría producir un aumento de la glucosuria. Creemos que no debe generalizarse y que el movimiento no es nunca perjudicial en sentido absoluto, sino que debe acomodarse a las condiciones físicas del paciente.



El movimiento no debe llegar a provocar can­sancio, sino que debe ser gradual y progresivo, de tal modo que constituya un ligero entrena­miento de ejercicios más prolongados y comple­jos: si se eliminan las causas del cansancio pro­piamente dicho, los ejercicios físicos son, en la mayoría de los casos, moderadamente recomen­dables.
Los paseos por el llano o por zonas en ligero declive, los ejercicios al aire libre, la gimnasia metódica, la equitación, el piragüismo y la bici­cleta (estos últimos con la debida prudencia), son aconsejables por igual: deberá preferirse uno u otro ejercicio de acuerdo con los gustos, la resis­tencia, la constitución y las costumbres del en­fermo. Son menos recomendables en general la caza, la esgrima y cualquier otro ejercicio violen­to que provoque agotamiento y sea ocasión de cansancio.

En resumen, los ejercicios musculares desa­rrollados con prudencia y moderación pueden constituir una ayuda importantísima en el trata­miento de la diabetes porque aumentan las com­bustiones orgánicas y favorecen el metabolismo general, que está algo entorpecido. Sólo en los enfermos graves y sobre todo en los que presen­tan tendencia hacia la acidosis (es decir, en los que presentan acetonuria) será necesaria una mayor precaución, tanteando su tolerancia y aconsejando ejercicios más limitados y gradua­les o bien suprimiéndolos totalmente.

No debe olvidarse un descanso y un sueño su­ficientes: el diabético debe dormir por lo menos siete-ocho horas, acostándose alguna hora des­pués de la última comida del día.

Debe dedicarse mucho cuidado a la limpieza del cuerpo: deben practicarse por lo menos dos baños generales a la semana, a 35-36°, y pedilu­vios con mayor frecuencia. Si se registran sudo- raciones profusas, deberán favorecerse las fun­ciones de la piel practicando fricciones con agua de colonia.

La higiene bucal exige también mucho cuida­do por la facilidad con la que, en el diabético, se pueden producir infecciones. Después de cada comida, debe practicarse un lavado de la cavidad oral con agua sola o, mejor aún, con un coluto­rio aromático y desinfectante; cepíllense los dien­tes con un dentífrico preferentemente líquido.

Debe cuidarse la regularidad de las funciones intestinales. En caso de estreñimiento, recúrrase a laxantes suaves o, mejor, a un masaje de la pa­red abdominal; si las funciones son regulares, re- cúrrase a un purgante, preferentemente salino, una vez a la semana.

Recuérdese, finalmente, que el diabético, es­tando especialmente expuesto al riesgo de las in­fecciones, debe observar mayor prudencia a este respecto; es aconsejable por tanto que no visite a familiares o amigos afectados de procesos mor­bosos de naturaleza contagiosa (sarampión, es­carlatina, gripe, etc.) y que no frecuente en tiem­po de epidemias locales abarrotados de público o cerrados (teatros, cines, etc.).


Una particular norma higiénica es la absten­ción del tabaco (tanto de cigarrillo como de pipa). Todas las substancias tóxicas actúan con mayor energía en el organismo debilitado de un diabético. Es necesario por ello que los obreros expuestos a intoxicaciones crónicas (de plomo, arsénico, fósforo, etc.) cambien de sección o de trabajo.